El Gobierno de Nicolás Maduro está terminado. El tiempo o las circunstancias de su caída son, aunque suene apresurado, una anécdota en una decisión que la historia ya tomó. En consecuencia, el dilema Venezolano no es conocer cuál será el final del régimen sino cual será el precio de entrada al futuro y el costo de la salida del presente. De hecho, el sistema sobrevive por una sola circunstancia, no menor pero que también tiene fecha de vencimiento y de la que solo le resta un pequeño espacio de negociación con la oposición. Esta circunstancia es el Ejército Bolivariano y, en menor medida, las milicias bolivarianas. Luego, las decisiones parlamentarias para la convocatoria a un referéndum revocatorio, pueden o no ser determinantes. ¿Por qué? En realidad no es complicado, excepto para aquellos que sobre analizan circunstancias de un régimen que quedó entrampado por una Democracia que primero lo legitimó y ahora lo condena a un final imposible de soslayar. El régimen bolivariano nunca creyó realmente en la Democracia Republicana como sistema. Solo la aceptó porque entre el carisma particular del fallecido liderazgo del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías y los otrora altos precios del petróleo, podían conceder el voto popular en tanto este les era favorable. Luego, hubo otros condimentos importantes por cierto. La existencia de clases populares olvidadas por la Democracia del Pacto escrito y llamado del Punto Fijo por el cual los partidos tradicionales y en mayor o menor medida liberales, socialcristianos y socialdemócratas como fueron AD (Acción Democrática) y COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente) primero intentaron crear gobernabilidad luego de terminar con la Dictadura del General Marcos Pérez Jiménez y terminaron por consolidar un sistema de alternancia pactada que derivo en un extremo conservadorismo de cargos, ganancias y poder que logró estabilidad democrática por un lado pero consolidó profundas grietas sociales por el otro. Además, los otros dos partidos que habían luchado duramente para el derrocamiento del General Pérez Jiménez, o sea la Unión Republicana Democrática y el Partido Comunista Venezolano, quedaron finalmente fuera del reparto del Poder. El primero porque abandono el acuerdo a los pocos años y el segundo porque nunca quiso ser convocado aunque su rol en el proceso del derrocamiento del General había sido muy importante. Aún así nunca quiso ser convalidado por quedar atrapado en la lógica del conflicto Este – Oeste de aquellos años. No es objeto de este escrito analizar en detalle estas circunstancias. Lo cierto es que si esa democracia tutelada y pactista no hubiese fallado entre sus expresiones de origen, su pérdida de sensibilidad social y sus actos de corrupción, el primero golpista y luego presidente electo Hugo Chávez Frías, no habría llegado al poder. La gran diferencia con todo el resto del proceso político histórico de Venezuela es que Chávez generó un acuerdo superestructural entre tres sectores en eterno conflicto, las FFAA, la izquierda política y el nacionalismo de los sectores que habían quedado fuera del Pacto Fijo. Esa circunstancia y especialmente el eje político basando su estabilidad en su relación con las FFAA hicieron el resto. El gran acierto de Chávez y la aún supervivencia de Nicolás Maduro, radicaron y aún radican en el poder y las ventajas comparadas que tienen los militares. Poca gente conoce que Chávez tenía admiración por el General Perón y que cuando hiciera la Escuela Superior de Guerra en la República Argentina, había observado, contactado y analizado en detalle el fenómeno del carapintadismo, llegando a la conclusión de que su imposibilidad fáctica de acceder al poder era porque el discurso nacionalista de derecha desentonaba con los tiempos que las mayorías populares reclamaban por aquellos años. La viveza de Chávez fue dotar de mística revolucionaria de izquierda nacionalista al ahora llamado Ejército Bolivariano y así construir una suerte de paradigma militar revolucionario que tenía algunas similitudes con pasadas guerrillas setentistas, obteniendo el apoyo de vastísimos sectores de la prensa latinoamericana que quedaba seducida por el discurso y la recuperación de signos visibles de la revolución cubana como los pañuelos rojos, el uso de frases del Che Guevara y la señalización del Ejército como la Vanguardia revolucionaria de la Revolución Socialista Bolivariana. En resumen, este fue y es el eje de la ahora tambaleante revolución bolivariana. Por lo tanto, el final deberá y seguramente encontrará la manera de evitar la confrontación con el único sector que aún tiene beneficios notables y las armas para sostener sus privilegios de clase. O sea, la clase militar. Imaginar que se pueda desandar el camino del chavismo sin alguna forma de acuerdo con las FFAA (hoy por hoy las más poderosas de América Latina con la excepción del Brasil) o por lo menos con una gran porción de ellas es imposible, excepto que ingresen en una Guerra Civil sin destino. Lo cierto es que el sistema no aguanta más. La situación es tan desesperante que el último aumento general del salario mínimo del orden del 30%, equivale a UN HUEVO más por día. Lo que por otra parte se licuará en 30/60 días. La situación es tan desesperante que las grandes mayorías populares que solo cobran el salario mínimo apenas pueden cubrir el 11/13% de la canasta básica de alimentos y eso sin considerar los precios reales del mercado negro y la extrema escasez. La crisis es ya brutal y el final se impondrá o por la desesperación o por la madurez que los actores aún no han alcanzado. En cualquier caso todos saben que lo único imposible es la continuidad del presente. Obviamente cuando los que hereden el Poder lleguen al mismo, se encontrarán con una economía literalmente devastada, algunos militares hacia el interior de Venezuela que actúan y se sienten más como señores de la guerra que como miembros de un Ejército profesional y sectores milicianos que resistirán el reinsertarse hacia el interior de una democracia que no puede aceptar poderes parapoliciales. En cualquier caso será muy duro y muy probablemente necesiten, desesperadamente, ayuda internacional para sobrellevar años que serán durísimos aunque no tan duros como un presente sin destino ni futuro. Los comentarios están cerrados.
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Febrero 2018
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