La velocidad en los avances tecnológicos particularmente en lo que aún algunos denominan “comunicaciones”, pero que en realidad es ya una especie de mundo paralelo en el que reinan las pantallas de todo tipo y tamaño, está cambiando casi sin que nos demos cuenta, los “modos de conocer”, lo que los filósofos llaman la gnoseología, la teoría del conocimiento. I. LOS MODOS DE CONOCER E INFORMAR, RETROSPECTIVA
Durante centurias, la política “conoció” por medio del ojo humano, se veía una flota, se avistaba una fuerza y desde la generalización de la escritura, esta se sumó a la transmisión oral como la forma de difundir y transmitir el conocimiento adquirido. Claro que estos conocimientos tenían un destinatario específico, quien luego difundía o no, todo o parte del conocimiento entre aquellos que él consideraba debían acceder al mismo, el resto quedaba en penumbras. Y el consumidor de lo que llamaban información era exclusivamente el Estado. La transmisión resultaba lenta, fragmentaria, sin imágenes y siempre restringida. La participación de la población en la decisión de los eventos político-militares era totalmente pasiva y se limitaba a la recepción, con bastante dilación de la información proveniente del mundo de la política o del campo de batalla. Podría hablarse de “opinión pública” pero en un sentido, con una relevancia y con una intensidad totalmente marginal y que a su vez incide solo muy tangencialmente en el ánimo del decisor político, quien además controla casi el ciento por ciento del flujo de la información. Cómo obtener y transmitir información en forma más rápida y fidedigna a quienes debían decidir fue un objetivo constante de la ciencia y la tecnología. Puede decirse que el primer gran salto cualitativo – ciertamente con enormes limitaciones – lo constituyó el invento y generalización del telégrafo, al que más tarde le sucedería la radio y la telefonía. Este salto cualitativo tendría otra consecuencia, no esperada, cual es que el mundo de los negocios, el mundo comercial y empresarial ingresó muy rápido al área de las comunicaciones bajo diversos rótulos, “relaciones públicas”, “imagen de la empresa” o la directa publicidad “masiva” que implicaba la radiofonía. Pero serán la fotografía y la película los que introduzcan la imagen (antes reducida a mapas, gráficos y dibujos) como un elemento clave en la información. Todos estos elementos van cambiando significativamente los modos de adquirir y transmitir la información y a la vez, el arte de interpretar la misma, de analizarla colocándola en un contexto que le da sentido, se va tiñendo de un componente técnico que concurre en apoyo del “componente humano” de la información. Si bien la imprenta moderna, unida a la fotografía y al cine van aumentando la incidencia de la imagen en la información, la palabra escrita o hablada sigue siendo el dato central y en el conflicto armado aún impera una distinción – que se va desvaneciendo con la segunda guerra mundial – entre frente y retaguardia, entre combatiente y no combatiente. Será recién durante la guerra de Vietnam cuando se produce el inicio de un cambio cualitativo en el tema de la imagen. La guerra será la primera que se libra no solamente en el campo de batalla sino en el living de cada casa de los Estados Unidos, ha llegado la televisión. La aceleración geométrica en el desarrollo de tecnologías de uso dual en el ámbito de la información y la comunicación unida al proceso de reducción de tamaño y precio de los ordenadores conforman el marco en el que se desarrollan los cambios que marcarán el camino hacia un mundo interconectado. La aparición de los satélites de comunicaciones de uso civil y los procesos de miniaturización y portabilidad se constituyen en los primeros escalones de una secuencia a la que se suma Internet y abre el mundo de la información transmitida ahora en forma global y en tiempo real, algo que años atrás estaba reservado a los equipos más costosos y secretos de la tecnología militar. El enorme volumen de datos, la cantidad abrumadora de imágenes disponibles y la saturación de la audiencia obligan a la utilización de un lenguaje visual súper simplificado donde la imagen es central, apoyada por el concepto verbal y sin tiempo para el análisis. El imperio de los “tiempos de televisión” plantea simplificaciones conceptuales que nada tienen que ver con lo que un ser humano requiere de tiempo y trabajo para comprender un determinado tema, si esto se suma a una cierta intencionalidad política tenemos la acción psicológica en su versión siglo XXI, alimentamos a un sujeto con bits de datos aceptados como valederos, legitimados por el hecho de provenir de la televisión, presentados en forma atractiva y lineal, esto conformará la “opinión pública”. A esto se suman, las “redes sociales” que resultan más veloces y con mayor penetración aún que la propia televisión. El “estado” pierde el monopolio del secreto y de la información, la abundancia de esta que permite la electrónica hace que el ámbito de “lo secreto” se reduzca cada día más. La información que incide sobre la opinión pública reúne ciertas pautas pre determinadas, debe ser visualmente atractiva, totalmente lineal, básicamente emocional, basada en pre conceptos que se han construido a lo largo del tiempo, no requiere razonamiento, no está abierta a discusión, proporciona “certeza” a quien la consume, y todo esto en un contexto donde se mezclan los índices de audiencia con la publicidad y el dinero. El público ve lo que quiere, si logro que quiera ver lo que yo quiero que vea, manejo la opinión de ese público al menos en un determinado tema. II. DEL DATO AL CONOCIMIENTO La velocidad en los avances tecnológicos particularmente en lo que aún algunos denominan “comunicaciones”, pero que en realidad es ya una especie de mundo paralelo en el que reinan las pantallas de todo tipo y tamaño, está cambiando casi sin que nos demos cuenta, los “modos de conocer”, lo que los filósofos llaman la gnoseología, la teoría del conocimiento. Manejar eficientemente el smartphone, la tablet, la notebook, la computadora del escritorio y cualquier otro sistema es una habilidad mecánica, conlleva poco de tarea reflexiva. De hecho, cuando se piensa en la aceleración del tiempo, y no importa si hablamos de la empresa, el comercio o el estado (donde esto se nota menos) se hace visible que el tiempo necesario para la reflexión antes de la toma de determinaciones significativas se reduce enormemente (o permitimos que se reduzca) y que incluso es, particularmente en el caso de los “milenials”, considerado más como una molestia que como una necesidad. La era digital, nos sobrecarga de “datos” esos bits que nos hacen pensar que poseemos información, pero la realidad es que la sumatoria de datos, sin procesamiento no hace información, es necesario un salto cualitativo que es lo que va a aportar el ojo de un analista capacitado. Pero, cómo capacito a este en un marco donde la lectura se menosprecia, donde en ciertos ambientes se estima como “fashion” señalar: No tengo tiempo para leer… Sucede que las más de las veces, no todos los tema complejos (complejos que no complicados, complejos por la multiplicidad de componentes que le integran y que deben ser valorados en su justa medida) se pueden reducir a unos pocos párrafos. ¿Por qué? Porque si bien los progresos en la inteligencia artificial son prodigiosos, e interrelaciona data muchas veces con mayor eficiencia que nosotros, al menos por ahora, la inteligencia artificial no llega a hacer un salto que es por definición cualitativo que no cuantitativo, es ese plus, que hace que los datos (la data) se convierta en Información y comience el camino del sentido. Sin embargo en muchas ocasiones lo que llamamos información no es el final del camino, hace falta otro salto cualitativo, que es poder ponerle a la información un contexto, entendido este como los marcos de referencia (políticos, sociales, geográficos, económicos, humanos) que aplican a cada caso. Pero que no actúan ni en forma regular ni con la misma intensidad, lo que nos lleva a una valoración individual del contexto necesario para cada caso bajo análisis. Pero como recorremos ese camino será el tema de otra nota… Los comentarios están cerrados.
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Mayo 2017
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